jueves, 30 de septiembre de 2010

DESDE MADRID CON AMOR (Crónicas del Foro XXXIII)




















































Corría el año de gracia de 2010, el mes de septiembre, el día 25, a la sazón, sábado sabadete…
Y mientras en mi Botxo la lluvia arreciaba, el viento ululaba… en mi otra casa de adopción, en el Foro, el sol se paseaba orgulloso por el cielo de Madrid.

Y allá que íbamos a la caza y captura de alguna exposición, de una en concreto, la del Caixa Forum sobre Lorca y Dalí y La Residencia de Estudiantes. También había otras allí mismo, una sobre Fellini y su particular mundo onírico, muy curiosa; y otra de fotografías gigantes acerca de los niños en el mundo. Pero sobre la que nos interesaba más, diré que es una de esas exposiciones en las que más bien proliferan las cosas menudas (cartas, detalles pequeños como recuerdos, libros, ediciones de revistas especializadas de la época, postales…). También había algún que otro cuadro al óleo de Dalí, de otros contemporáneos. Muchos dibujos de Federico, del propio Dalí, y un amplio anecdotario con el que se puede recorrer la vida de estos artistas-“niños bien” en una España previa a los años más crueles y oscuros.
Y me da por pensar que teniendo talento y dinero, sin preocupaciones especialmente alarmantes… cualquiera podría haber llegado a ser considerado “genio” o cuando menos, excepcional.

Soy admiradora de García Lorca, no tanto de salvador Dalí, y es que el Surrealismo me… ¿cómo diría yo? Me aburre un poco, me parece como una gran pataleta para provocar la atención de los otros. No sé si me explico, y eso que hay surrealistas que me encantan, Magritte, por ejemplo, aunque también me inquietan.
Estas exposiciones son de recorrer lento, de leer las cartas allí expuestas, las curiosidades, de admirar las aptitudes para tal o cual arte del o de los allí homenajeado-s, y que tú, hasta ese momento desconocías… Son exposiciones “de riñones”, como digo yo, es decir, ¡de terminar con un mayúsculo dolor de riñones!

Y luego las fotos y los paseos. La Cuesta de Moyano me vio pasar casi de corrido, esta vez llevaba las manos atadas para no comprar más libros (llevaba tres que había comprado en el Caixa Forum: Lorca para niños, con el que he empezado a trabajar en clase, uno sobre Las Vanguardias del siglo XX, para regalarle a mi hermano, y otro de Sonetos de García Lorca, para mi propio disfrute). Tocaba entonces acercarse a ver in situ algo nuevo: un mercadillo de antigüedades, de almonedas, en plena calle. La zona, el marco, una gozada: la zona de Huertas, el Barrio de Las Letras. Primer año que se celebraba tal evento, y por lo visto, calibrando la afluencia de personal, un éxito. Ahora bien, desconozco el nivel de ventas, porque, comprar allí es algo escandaloso. Yo misma estuve tentada con unas marionetas bastante antiguas, pero... oh, cielos, imposible el precio, ¡casi 100 euros cada una!
Así que hubo que conformarse con foto va y foto viene (algunas de las que ahora comparto con ustedes), y con disfrutar del paseo anticuario. También había ambientación musical y alguna exposición-montaje en lugares un tanto extraños o “underground”. Bueno, que estuvo bien la visita. Y de allí, por el barrio de Lavapiés, admirando un poco de lo castizo, de lo que es ahora casi marginal, el paisaje y paisanaje, como yo digo. Ya de vuelta, subida por la calle de Atocha y hacia casa. Era la hora de comer, aunque antes nos tomamos una cervecita con un aperitivo, para entonar el estómago, que ya estaba reclamando algo con que entretenerse.

Y a la noche un cine. Parece que la intriga nos tenía comidos por dentro, teníamos que comprobar por nosotros mismos si la tan traída y llevada película acerca de Lope (Lope de Vega), "LOPE" merecía los honores y críticas que le hacían… Sé, porque lo he leído por ahí, que a algunos les ha entusiasmado, pero a mí, que nunca me entran las ganas de dormir en el cine… me dejó indiferente y algo somnolienta. En la segunda parte me espabilé un poco, pero me quedé con esa sensación de “poco creíble”. Es evidente que fallaba el guión, que los actores, aunque algunos buenos (pongamos un Luis Tosar, un Juan Diego) estaban enfundados en unos personajes que no, que no me parece a mí que fueran para ellos, y además hacían de secundarios. Eso sí, hubo pasajes poéticos, lo digo por lo que todos esperábamos, el escuchar algunos de los poemas más renombrados de don Lope: “Un soneto me manda hacer Violante…”, ”…¡Esto es amor! Quien lo probó, lo sabe”. Pues sí, eso fue lo mejor, para mí al menos. Y bueno, el vestuario, porque la ambientación… Cuando sitúan al protagonista con su Isabel de Urbina, llegando a Lisboa… nos “regalan” una playa con olitas… y oigan, el Tajo, no es mar, es un río, eso sí, anchísimo en esos lares, ¡pero sin playa ni oleaje alguno! Y la Torre de Belem… en fin, ¡ mejor lo dejamos!
Sí, lo sé, dirán que soy una tiquismiquis, pero… esas cosas me indignan, ¡qué le vamos a hacer!

Y ya puestos, podemos hablar un poco de lectura, ¿les parece?
Ya saben que yo leo mucho, y en mis viajes a Madrid, en el bus, tengo tiempo más que de sobra. Llevaba yo empezado el libro de Jane AustenPersuasión”, y así, como quien no quiere la cosa, me lo terminé en el trayecto de ida. Nunca había leído a esta mujer, aunque sí he visto alguna de las adaptaciones cinematográficas que se han hecho de sus obras, y sí, esos temas, así en rollo de película, me gustan (romántica que es una), pero leerlos… Confieso que me costó avanzar. Iba por la página 60 y todavía estaba desmarañando la avalancha de personajes que se me venían encima, que si Mrs. Tal, que si Miss Cual, baronets, lords y ladys, ¡y qué sé yo..! Pero me puse muy seria conmigo misma, y para el momento del viaje, ya estaba yo motivada y picada con la lectura. Terminé la historia poco antes de llegar al Intercambiador de la Avenida América. Para la vuelta, escogí un libro de Milena Agus, imagino que si alguno de ustedes, se quedan con ciertas recomendaciones mías, me habrán oído hablar de ella, al menos en un par de ocasiones: una escritora sarda, profesora ella, pero que ha irrumpido en el mundo de las letras con bastante buen pie. En esta ocasión el título era “Mientras duerme el tiburón”. Sigue la Agus, explotando y explorando el universo sardo, del que bebe directamente al ser sus raíces de la isla. Un mundo un tanto especial, que se teje o entreteje con muchas de las cuestiones vitales que nos acucian a la mayoría de los mortales, seamos o no sardos, ¡por supuesto!
Y como el viaje duró una hora y media más de lo previsto, a cuenta de las obras de mejora que están llevando a cabo por la zona de Lerma, y que desesperan a cualquiera… pues, eso, que lo empecé y lo terminé antes de llegar a Bilbao.
Recomiendo las dos lecturas, así como los Sonetos de Lorca y el librito, delicioso, de poemas lorquianos para niños, con dibujos del poeta…

Y nada, que termina septiembre, que mañana empieza octubre y que nos estamos metiendo de lleno en la zona oscura del calendario. Paciencia, ánimo y fortaleza de espíritu para transitar por ella lo mejor posible.
¡Y que ustedes lo vean!


Fotos: Antonio y Edurne Postales: dibujos de García Lorca e instantáneas de los amigos, portadas pelis de Fellini: compradas en Caixa Forum Imágenes de Fellini: de Internet Cartel película "Lope": Internet

lunes, 27 de septiembre de 2010

SIN PREMURA


Parten sin premura,
como las últimas golondrinas,
las palabras que tu boca me regalaron;
mientras que los sueños,
con hilo de seda bordados,
esconden el llanto entre cuadernos perfumados.
Y ahora queda una estela
de leve caricia,
de mirada perdida,
de perfume a susurros y tomillo,
que inunda la noche,
en el cielo de los besos que al amor le robamos…

Dibujo: El Poeta (Federico García Lorca) Texto: Edurne

jueves, 23 de septiembre de 2010

HAIKUS ESCOLARES


Tengo muy ocupados a mis pupilos estos días con las producciones literarias. Y entre tanta letra y estilo, llevamos unos días trabajando los HAIKUS. Yo les he enseñado el Haiku clásico, el de temática "natural" y métrica sujeta a tres versos de cinco sílabas, siete y cinco, y las cuestiones a tener en cuenta a la hora de contar: sinalefas, diptongos, final de verso con palabra esdrújula o aguda... También les he explicado que, a veces, como en la poesía que nos resulta más cercana, existe un poco la libertad de verso, pero que, básicamente un Haiku tiene esa métrica (5-7-5), eso sí, siempre tres versos.
Y nada, que ahí estamos, contando sílabas como posesos.
Les dejo aquí seis muestras y al final, el ejemplo de la maestra.
Espero que sean de su agrado y que sepan valorar que son haikus hechos por niños de 11-12 años.
Aprendemos y nos divertimos.


El cielo blanco
Las nubes grises vuelan
Y no hay tormenta.

Los árboles ven
Lo que no vemos nunca:
Lo ven en verde.

Flores del campo
Vuelve la primavera,
Pájaros cantan.

Las flores cantan
Los árboles se mueven
Por la música.

El oso canta.
El oso canta mucho.
¿Quién lo oye? Yo, sí.

El bosque duerme
Y los árboles bailan
Junto a la luz.



Pájaro errante
Cantas al alba azul.
Sueño con el sol.




Imagen: Internet. Textos, por orden: Asier, Imanol, Celia, Javier, Iker, Maialen y Edurne

domingo, 19 de septiembre de 2010

MAMBRÚ SE FUE A LA GUERRA


Mambrú, como todos los de su tribu, los Clips de Playmobil, había hecho su instrucción militar y estaba a la espera de que le llamaran a filas.
Su pueblo llevaba años en guerra con otras tribus vecinas: los Madelman, los Airgamboy, los Geyperman… Todos ellos mucho más robustos, con más medios armamentísticos, mejor equipados y más belicosos que ellos.
Pero los pequeños Clips de Playmobil, en otra época también llamados de Famobil, eran constantes, tozudos, y muy, pero que muy disciplinados. Y era también gracias a esas cualidades, que la mayoría de las veces, en las pequeñas escaramuzas que tenían lugar en las lindes de su reino, ellos, siempre salían victoriosos.

Mambrú no tenía ni pizca de ganas de ir a la guerra, pero el Gran Libro, así lo disponía: “Todos los Playmobil varones, mayores de tres años, después de haber efectuado su instrucción militar, deberán quedar confinados en el Cuartel General de la Selva Tropical y esperar hasta ser llamados a filas, y partir a la guerra contra los enemigos de nuestra tribu. El no cumplimiento de esta norma, conllevará consigo el despiece del individuo: clip, clip y clip…”
Como es de suponer, no había desertores en el pequeño ejército Playmobil, y en cualquier caso, el despiece solía tener lugar en el campo de batalla; los restos de los pobres guerreros eran recogidos por los gigantes que gobernaban el Gran Mundo, y ya no se sabía nada más, ni cuál era su destino.

Aquel verano, mientras formaba parte del último regimiento de reclutas en Fase 3, conoció, por pura casualidad, a la que desde ese mismo instante pasaría a ser la única dueña de su pequeño corazón, la hermosa Dulcinea del Monte Hermoso, hija, también era casualidad, del poderoso rey Midas, el que todo lo convertía en oro, y que mejor no dejarse tocar o abrazar por él…

Dulcinea, vivía apartada de su padre por esa razón, por la de no ser convertida en vil metal con el solo roce de su áureo padre. Privada del cariño de unos progenitores como Dios manda (la madre murió al nacer ella), había sido criada por niñeras y amas, que procuraron darle todo aquello de lo que carecía, pero, el cariño de unos padres no es algo fácil de suplir, así que la pequeña Dulcinea se convirtió en una joven hermosa sin la mano amiga y cariñosa de una madre y sin el consejo y protección de un padre. Bueno, es verdad que Don Midas, como le gustaba que le llamaran, estaba pendiente de su manutención, sus necesidades más urgentes, su educación y demás, pero, ahí terminaba su trabajo, él también se había acostumbrado a no tenerla cerca, excepto en las recepciones oficiales y asuntos semejantes, pero casi era como si no existiera pues apenas la veía.

Suspiraba la pobre Dulcinea por su mala suerte. Suspiraba hasta ese día, en que visitó, como parte del séquito de su real padre, el campamento de aquellos soldaditos tan disciplinados que, decían, formaban parte del ejército mejor adiestrado de todo el Reino de Abracadabra. A su señor padre se le había metido entre ceja y ceja, hacerse con los servicios de las huestes de los Playmobil, por si las moscas, vamos, por si algún día se veía en el apuro de presentar batalla a los ambiciosos que le rodeaban y anhelaban sus riquezas, sus posesiones y hasta a su hija. Era mejor estar preparado.
Así que Dulcinea no sólo no dejó de suspirar, sino que sus suspiros se volvieron más constantes, intensos y alarmantes… ¡Había conocido a Mambrú!

Sucedió, como suele suceder en todas las historias en las que el amor sacude los corazones, que el destino hizo que sus caminos se cruzasen, accidentalmente, todo hay que decirlo, y que un pequeño Cupido, diestro en el manejo de las saetas amorosas, tuviese a bien disparar un par de ellas, con tan buen tino y acierto que hizo blanco en el centro de ambos corazones, puros e inocentes hasta el momento. No queremos insinuar con esto, que sus corazones dejaran de ser puros e inocentes, pero sí que se volvieron ansiosos y alocados, desbocados, como caballos salvajes.

Bastó con una leve mirada, perdida en el viento, mientras que el séquito real observaba el desarrollo de unas maniobras rutinarias de lucha cuerpo a cuerpo, en el patio del cuartel, y cuando nuestro pequeño héroe realizaba una pirueta en el aire con la que fue a caer justo ante los pies de nuestra desolada princesa, para que Mambrú sintiera su corazón hacer clipclipclipppppp, y para que Dulcinea se ahogara entre suspiros.

Llegó a oídos del rey y del Supergeneralote de los Playmobil el acontecimiento, y claro, automáticamente saltaron las alarmas. Era tan evidente la atracción que emanaba de los dos enamorados, que se palpaba en el aire y éste se hacía tan denso que era imposible respirar, cosa altamente peligrosa. Había que actuar inmediatamente por la seguridad de todos.
Se reunieron los altos mandos de los Playmobil, los ancianos de la tribu y el mismo Midas con sus consejeros. Los Playmobil eran amigos y aliados, pero, semejante osadía, enamorarse como loco de remate de la mismísima hija de Don Midas, con los consiguientes riesgos para la salud de todo el reino… no podía quedar impune: ¡enviarían a Mambrú a la guerra de ipso facto! Solamente había un pequeño problema: en esos momentos no estaba programada guerra alguna por los alrededores, casi todos los ejércitos se encontraban disfrutando de su periodo vacacional, pero… no importaba, enviarían a Mambrú a la guerra solo, ya se buscaría la vida. Iba en misión secreta: buscar y encontrar un enemigo, real o imaginario, contra el que luchar. Total, esto era algo muy habitual, lo habían aprendido de los gigantes que gobernaban el Gran Mundo, inventarse enemigos, guerras, causas “justas”…

Así que nuestro pequeño amigo, tuvo que salir del campamento especial con la misión de enfrentarse a los peligros que por el camino se le presentasen, y aventurarse hasta los confines de la Selva Tropical, solo, sin más ayuda que su instinto de supervivencia, su pequeña lanza, el casco que cubría su cabeza, y el escudo heredado de su abuelo. Eso sí, se llevaba la verde mirada de su Dulcinea, y sus suspiros enredados entre los “clips-clips” de su corazón…

Desde la Torre de La Pena más Honda llegaba hasta sus oídos la dulce voz de su amada cantando esta canción:

Mambrú se fue a la guerra,
mire usted, mire usted, qué pena.
Mambrú se fue a la guerra,
no sé cuándo vendrá,
Do-re-mi,
do-re-fa.
No sé cuándo vendrá.
Si vendrá por la Pascua,
mire usted, mire usted, qué gracia.
Si vendrá por la Pascua
o por la Trinidad.
Do-re-mi,
do-re-fa.
O por la Trinidad,
La Trinidad se pasa,
mire usted, mire usted, qué guasa.
La Trinidad se pasa.
Mambrú no viene ya.
Do-re-mi,
do-re-fa.
Mambrú no viene ya.

Dibujo: Gorka, uno de mis alumnos. Canción: del repertorio infantil de mi infancia y de la de tantos otros. Texto: Edurne

jueves, 16 de septiembre de 2010

ECOS DE SOCIEDAD




Pues, sí, ayer fuimos perseguidos por paparazzi en busca de una foto inédita, ¡jejeje! Hombre, tanto como inédita no, porque es la de todos los años, variando la vestimenta, el libro, y poco más…
Todos los septiembres, a mediados de mes, acontece la segunda parte de nuestro regocijo por el “alumbramiento” del hijo literario: la presentación de nuestro libro.
Y sucede siempre en La Casa del Libro. Aforo completo. Tiempo buenísimo y aún así, la gente se acercó hasta allí para acompañarnos. Suelen estar los de siempre, los fieles, compañeros del taller, familiares, amigos… y luego los de “¡huy, mira qué bien, si hay una presentación, me quedo un ratito a ver de qué va la cosa…!”
Y la cosa va de muy amena, de muy entretenida, variada, divertida, campechana, sencilla…
Y el homenaje que nos damos a nosotros mismos y luego lo compartimos.
La prensa suele acudir todos los años, pero ayer, sólo fueron los de El Correo, bueno, tampoco importa demasiado aparecer en más o menos periódicos, la cosa es la que es y punto.

Quiero dejar constancia aquí, en esta Orilla, en una olita esquinera, del evento, y agradecer, de paso, a todo el mundo que fue a acompañarnos, y ya puestos, pues darnos la oportunidad de congratularnos nosotros mismos y de animarnos para el comienzo de otro año más de letras, fábulas, historias mágicas, tristes, de fantasía, de muchas risas…

Al año que viene, por junio, daremos a luz otro vástago, y en septiembre, lo presentaremos en sociedad.
Que los vientos nos sean favorables.
¡Y ustedes que lo vean!

Foto (que deja bastante que desear, por cierto...): Edurne

lunes, 13 de septiembre de 2010

HISTORIAS DE LA RÍA (VI)
















El verano anda con lo de las despedidas, que si mira, que me voy, que me tengo que ir, así que mejor suelto un chaparroncito por aquí para que os vayáis haciendo a la idea… y mañana, ya, si eso, volvemos a lucir galas con Lorenzo en el cielo, trajinando a tope…

Y así estamos, como viviendo verano de regaliz. Todos sabemos que el estío terminará dentro de unos días, pero, oiga, si lo estiramos un poquito más… ¡nosotros ni nos quejamos! Además que anoche antes, que ya te da una tristeza… Hoy hace un día precioso. En realidad todos estos días están siendo muy buenos, con las mañanas fresquitas y las anochecidas, destempladas, pero el día, luminoso, caluroso o muy templado, vamos, una delicia. Por eso me sigo reafirmando en que septiembre me encanta.

El sábado, paseo urbano, de inspección y reencuentro con algunos lugares que hacía, tal vez un mes que no veías… así, en unas tres semanas, el
Mercado de la Ribera, que está en una fase de total remodelación desde hace algo más de un año, nos descubrió parte de sus nuevos ornamentos. ¡Vaya, si hace nada creíamos que estaba paralizada la obra, y mira lo que había escondido! Bilbao, su corazón, sigue latiendo. Además la visitan y agasajan desde otros lugares… ¡Aleluya!

Ayer domingo, a las nueve de la mañana, el cielo apuntaba maneras, buenas maneras, pero, sin venir a cuento, las tornas cambiaron y se nos empezaron a echar unas nubes de lo más amenazantes. Aún así, nos marcamos un paseíto por la orilla. Hasta Neguri (Getxo), en metro o en coche, no hay casi nada, media hora escasa en el primero y unos quince minutos en el segundo. Ya nos mosqueamos nada más pisar la arena, pero, nos dejó sacar media docenita de fotos y hala, gotita tras gotita…. Carrera hasta volver al coche. ¡Chaparrón al canto! Y en vez de acercarnos hasta el Puerto Viejo (Portu Zaharra) andando, lo hicimos en bólido. Llegar y nada, se paró la lluvia, así que la ocasión la pintaban calva: más fotos. Y luego a disfrutar del ambiente, paseíto, pintxito, un txakoli o un verdejo, unas rabitas en la plaza de arriba… una delicia, para qué vamos a negarlo. Son de esos momentos en que casi se te olvida lo malo, lo que te angustia, los problemas, los dolores…

“GETXOPHOTO”, exposición anual de montajes fotográficos en soportes de lo más dispares: una vieja caravana, viejos contenedores del puerto… Curioso.

Mientras, en el pequeño puerto, la marea está tan baja, que se puede uno adentrar en el agua y casi decir aquello de que, como Jesús, camina sobre las aguas. Y las txalupas varadas, en espera de que las requieran para una incursión tranquila en el mar. Reminiscencias de un pasado glorioso.

Getxo es un municipio muy grande y dividido en diferentes barrios (Las Arenas, Neguri, Algorta, Sta. María de Getxo…), los cuales, cada uno por separado son como pequeños pueblos en sí. Son la margen derecha de La Ría. Y es que La Ría tiene dos márgenes: la izquierda, que es la obrera, la proletaria, la gris, la de los Altos Hornos… y la derecha, la de la burguesía, los empresarios, los dueños de las fábricas… Así nacieron estos poblamientos a ambos lados de la Ría, y bueno, algo han cambiado, pero en esencia, se sigue manteniendo ese espíritu.

Como paseo, para un domingo a la mañana, sin atender a otras historias, está muy bien, un@ se puede hacer unos cuantos kilómetros desde, por ejemplo, Las Arenas, hasta el Puerto Viejo en Algorta, o seguir por Ibaizabal hasta Aixerrota… una maravilla, siempre con el mar a tu lado.
Y siempre, “Desde la Orilla”.


Fotos: Antonio y Edurne